La pasión nómada como resaca del 68 europeo: una novela alemana casi 50 años después (Rolf Stolz, Der Gast des Gouverneurs in der Wand des Kraters. Tübingen: Ferge, 2015)

HCH-11-CAFE-DES-PHILOSOPHES-AIX HCH 11 / Julio 2016

La pasión nómada como resaca del 68 europeo: una novela alemana casi 50 años después (Rolf Stolz, Der Gast des Gouverneurs in der Wand des Kraters. Tübingen: Ferge, 2015), por Ángel Repáraz

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       En dos años serán ya cincuenta de las explosiones del 68 en Francia, Alemania, Italia, etc., cuyos protagonistas se están jubilando desde más o menos 2005/7. La ignición primera se había producido antes, en América: en abril de 1967 se manifestaban en Nueva York 300.000 personas contra los bombardeos de Vietnam del Norte y exigiendo la retirada de las tropas americanas del sur del país; en octubre de ese mismo año Washington conoce manifestaciones gigantescas. Las protestas no tardan en ser irradiadas a París, Berlín, Amsterdam, etc. Había causas estructurales que las hacían inteligibles, por supuesto -el crecimiento económico de la postguerra, que se detuvo hacia 1966/67, o el acceso masivo de estudiantes a las universidades, etc.-; y externas, muy determinadamente la primavera de Praga, yugulada poco después, etc. Es probable que haya sido subestimado otro elemento: las tensiones entre la generación de la guerra y la de los hijos, muy en especial en Alemania.

       Algunas coordenadas asociativas de nuestra novela con otros títulos de lengua alemana nos darán una idea de la cesura cultural que se creaba por entonces. Doppelleben de Benn (1950) es la vieja nostalgia de la respetabilidad de ser otra cosa en otra parte: lo otro; Der kurze Brief zum langen Abschied, de Handke (1972), otro sesentayochista (y desde el mismo comienzo hostil al movimiento), una larga fuga. Más próximo nos es el Peter Weiss de Die Ästhetik des Widerstandes (1971/81): una estructura narrativa muy compacta, también tipográficamente, para una visión heroica de la resistencia antihitleriana. Merece ser recordada asimismo aquí la obra del misterioso Traven -Land des Frühlings (1950)-, que desde México también emprendió viajes a Centroamérica.

2

       En 1972 se publica el Anti-Edipo, que firman conjuntamente G. Deleuze, profesor en Vincennes, y el psicoanalista F. Guattari; una impugnación ya en el título. Tiene interés para nosotros porque era seguramente la primera obra teórica procedente de la constelación intelectual de la revuelta estudiantil (y al mismo tiempo desarrolla una teoría entonces insólita). En el prólogo a la edición americana Michel Foucault describió el Anti-Edipo como una introducción a un nuevo arte de vivir y de pensar contra la norma cultural (‘antiedípicamente’). Mille Plateaux (1980), de los mismos autores, fue la continuación y la consumación del Anti-Edipo. Ahora movilizan un pensamiento que ya no discurrirá por las genealogías discursivas conocidas sino mediante sistemas abiertos, impredecibles, ‘vegetales’ -los ‘rizomas’-; un pensamiento ya sin las mediaciones del Estado, nómada, vagabundo y sin fronteras, emparentado con los crecimientos fractales. Una palabra se pone de moda: desterritorialización. Algo de todo esto se integra en el estilo intelectual del héroe de esta novela.

       Que nos proporciona un curriculum en toda regla de Jean-Pierre Mihiel[1]. Nacido en 1939 en Cambrai, el padre cerrajero, entre 1940 y 1945 en Argelia, estudios de Derecho en Lille y París, doctorado, profesor en Lille, en 1969 profesor de Historia del Derecho en la Sorbona. Pronto penetramos en la vida (mental) de un desarraigado que emplea más de tres meses y nueve capítulos en viajar por Centroamérica en 1979/1980. Cada uno de esos capítulos comprende un cierto preciso de días: he aquí un diario ‘externalizado’. JPM, por motivos que vamos entreviendo, ha seccionado su vida anterior cuando decide abandonar la ciudad y la familia por una temporada indefinida. Y se planta en Belize, donde conoce al gobernador (inglés) y desde donde planea ya excursiones por Yucatán, laxamente. Ha encontrado una muchacha belga, también viajera; con ella lo vemos en un camión ya por Guatemala (no siempre está bien definido el dónde de la narración). Luego se embarca con o sin ella en múltiples viajes en un Toyota alquilado, en autobús y/o en colectivos. Cierto día sale del hotel a comprar comida: y a la vuelta Katrin ha desaparecido sin dejar ni una nota. Van cayendo notas definitorias de la actitud de nuestro hombre: “Seine Vorbereitungen waren wie immer fragmentarisch und zufällig geblieben.[2]” Se produce un encuentro con otra joven turista, Do; a veces el goce de experimentar otra forma de naturaleza: unas vacaciones blancas. Cogen autobuses, atraviesan pueblecitos perdidos y hasta hay aproximaciones tiernas entre ellos: “‘Mein Hänschen’, hatte Do auf deutsch gesagt, das hatte er gleich verstanden.[3]” Do coquetea con uno de los franceses con los que han coincidido, JPM lo advierte y los amenaza de muerte. Acaba reconciliado con ella.

       Se dan con la pobreza por todas partes; y a veces con la guerrilla: el otro mundo. A JPM no se le quita Katrin, la primera muchacha, de la cabeza. Tienen planes para ir a El Salvador, Honduras. Digresiones; llegan a Nicaragua, un país que hierve de revolución y de ‘contras’ y en cuyas elecciones desaparecen 400.000 votos emitidos. También presenta un desempleo abundante y a veces cadáveres decapitados por la calle. Do emprende sola una caminata y a la vuelta es JPM quien ha desaparecido del hotel. Ya avanzada la novela tenemos a JMP en el aeropuerto Sandino, de Managua, y recupera a Katrin, que había estado en San Salvador. ¿Pose, ironía, recapitulación, los cuarenta años que se acercan?, lo cierto es que él declara un propósito: “… er mußte sich losmachen und sein Leben ordnen.[4]” Vuelven a Managua, donde las marcas de los crímenes de Somoza son inocultables. Katrin explica las razones de su fuga: lo quiere, pero tiene miedo, y sigue un catálogo de sus temores; también relata una historia paralela, la de su anterior matrimonio catastrófico. Por lo demás, en Nicaragua se carece de casi todo, hasta de luz. En el capítulo final JPM emprende una arriesgada excursión montañera con Katrin por caminos impracticables. Lagos azufrados y una lluvia constante les acompañan; JPM encuentra de pronto a solas el peligro: un enano acompañado por un joven -pero él sabía bien que en París había mostrado coraje en su momento. El viejo y el joven reaparecen e intentan asaltarle, pero él puede defenderse con el pico que lleva. Costa Rica, El Salvador, Nicaragua se entremezclan caleidoscópicamente en los ojos del lector. En el curso de una nueva excursión con Katrin, de cierto peligro, JPM se somete al reto de escalar la pared de un volcán, y de pronto advierte que las fuerzas le abandonan. No sabremos si llegan los auxilios.      

3

       Quizá sorprenda ahora que los estudiantes alemanes corearan por las calles el ritual sonsonete Ho, Ho, Ho Chi Min!, pero hay que recordar la obscenidad política de la élite industrial-militar norteamericana del momento, que calculaba los costes del exterminio de una comunidad humana, los vietnamitas. La fuerza motriz de las movilizaciones fue el SDS –Sozialistischer Deutscher Studentenbund, originalmente el sindicato estudiantil socialdemócrata-; fundado en 1947, su simpatía (crítica) por el otro Estado alemán lo habían distanciado del SPD. En 1961 -año en que se levanta el muro de Berlín- es excluido de la organización, cuando ya es un polo de atracción de una cierta izquierda. El 2 de junio de 1967 el SDS organiza una marcha de protesta ante la Ópera de Berlín, donde el tiránico Shah de Persia asiste a una representación. Hay incidentes, y un policía mata a un estudiante de 26 años. Menos de un año después, en abril de 1968, un atentado abate al símbolo del movimiento, Dutschke, que recibe varios disparos; sobrevivirá, pero con secuelas muy serias. Los días de Pascua que siguieron ven en Alemania batallas callejeras que no se conocían desde la República de Weimar, con dos muertos en Múnich y unos 400 heridos en toda la RFA. Lo que había sido un movimiento pacífico se ha convierte en una auténtica revuelta que alcanza a casi todas las universidades. Muy activa fue aquí la prensa amarilla, fundamentalmente en manos de A. Springer, que controlaba la mitad del mercado de periódicos y revistas. El 30 de mayo de 1968 entraron en vigor las Notstandsgesetze o leyes de emergencia; el SDS, ya inoperante, se disolvía en febrero de 1970.

       Hay por otra parte una arista macabra de la historia alemana que ahora vuelve, si bien maquillada: el antisionismo como variante alofónica del antisemitismo. Porque el SDS se permitía publicar ‘comunicados militares’ de Al-Fatah en que se anunciaban acciones armadas contra el estado de Israel; aun así, la presencia en la universidad alemana de intelectuales prestigiosos que habían vuelto de la emigración, como Max Horkheimer, Theodor W. Adorno y, en parte, Herbert Marcuse -todos judíos-, proporcionó a los jóvenes análisis críticos sobre la realidad sociedad de incuestionable altura.

4

       Si en España el 68 indujo la radicalización en la resistencia clandestina que, no hay que decirlo, pasó desapercibida, en Alemania consignas como Unter den Talaren – Muf von tausend Jahren, jaleadas en Berlín, Fráncfort, Múnich o Hamburgo durante las marchas de protesta, seguramente despertaron a bastante gente hasta entonces instalada en el sueño de la Bella Durmiente del ‘milagro económico’ mientras en el Bundestag se debatía la posible prescripción de los crímenes nazis. El adversario se encontraba en las estructuras universitarias, en la Gran Coalición: los aliados de los agresores de Vietnam, puesto que la connivencia del gobierno federal alemán con los americanos era bien conocida. Es el primer cuestionamiento público de la generación de los llamados Täter o ejecutores del III Reich, que tras la guerra y casi sin transición pasaron a ocupar puestos, de relevancia a menudo, en las administraciones de la RFA (el presidente Lübke, Filbinger, presidente de Baden-Württemberg, Globke). El movimiento estudiantil alemán, aunque presentaba paralelos con otros países, tenía demasiado que ver con la situación del país y su pasado reciente.

       Los personajes de la novela son, con una caracterización muy de Benn, “ganz so, wie wir nicht sein wollen, aber wie wir sind[5]. Son cultivados, poco de fiar, conscientes de sus límites y muy eróticos. Realistas también -ella(s) más- para los trajines cotidianos. JPM puede escindirse en crueles autoanálisis[6]; tampoco es que desconozca el léxico del borderliner (Abgrund, Riß, etc.). Creo que a todo esto se le puede dar un valor mucho más general: ¿no será que lo del 68 fue algo más que una protesta cultural de estudiantes izquierdistas de clase media?, ¿cómo entender si no las innumerables interpretaciones sucesivas que ha recibido su relato, hasta hoy? Por cierto que, más o menos simultáneamente a las correrías de JMP, han aparecido en París los ‘nuevos filósofos’, que apadrinan la idea según la cual la victoria del 68 habría implicado el ‘totalitarismo’. (En la campaña electoral de 2007 a Sarkozy se le ocurrió decir que por fin iba a liquidar el 68). Es ya más ilusorio hablar de una situación de ‘doble poder’ a lo que ocurría en las calles parisinas; a fin de mayo de 1986 el general De Gaulle viajó en secreto a la frontera alemana para negociar con el general Massu[7]. Massu entrevistado, Salam indultado, los altos mandos de la OAS exigiendo su excarcelación: ése era el poder, no había otro. Es claro además que el ethos que alimentó la revuelta de los 60 en Estados Unidos -anhelos de paz algo irreales, un estilo distinto en las relaciones interpersonales, la vindicación, que ya asomaba, de energías limpias, etc.- no podía trasladarse todavía a la sociedad alemana o francesa, de la española no hablemos. Para ponerlo peor, tenemos la filiación stalinista de las figuras que Francia y Alemania fueron elevados a genios tutelares: Mao, Ho Chi Min, el ‘Che’ Guevara. Impensable el Summer of Love (1967) de San Francisco en Berlín o Montpellier (no se está diciendo que los jóvenes americanos lo tuvieran más fácil; desde agosto de 1965 una ley imponía hasta cinco años de cárcel por quemar la tarjeta de alistamiento, es decir, el pasaporte a Vietnam. Y en mayo de 1969 el gobernador de California, un tal Ronald Reagan, ordenó la ocupación de Berkeley por la Guardia Nacional). En Francia, además, en mayo/junio de 1968 tuvo lugar durante casi tres semanas la mayor huelga obrera de muchos decenios, con unos 10 millones de participantes. Ya no se trataba de las exigencias de los estudiantes, sino de elevaciones salariales y la introducción de la semana de 40 horas.

       JPM pertenece tipológicamente a la secta del Anti-Edipo, o de las Mille Plateaux, a la conexión algo espasmódica con la memoria personal, al fracaso de las pasadas tentativas como escritor, a la espiral del alboroto interior. Con un gusto por los juegos lingüísticos o por composiciones nominales que a veces depara sorpresas: “… allzuviele Anschleicher und Anschleimer...”[8], o bien: bei allen Entscheidungsverzögerungslitaneien.[9] Las figuras son a veces brillantes sin más: “… ihrer Worte, die doch nichts anders waren als metaphosphorisch aufgeheiztes Geplänker.[10]” Stolz es un buen observador de los movimientos anímicos que arman el acontecer diario: astillas de la educación de la diáspora alemana del 68, que aquí se traviste de francesa, en esos “minimale geschmälerte Mundbewegungen in Basaldialekten…”[11]. Se le deben también, en fin, certeros aperçus momentáneos: “‘Alles steht’, murmelte JPM vor sich hin, ‘nicht einmal die Zeit macht sich weg‘”[12].

       Gaston Bachelard ha hablado de una poética de la sangre[13], del drama y del dolor; bastante de ello hay en esta novela a ras de los acontecimientos, fuerte en el nivel pragmático de la descripción y con muchas chimeneas de ventilación para la compulsión de los recuerdos y los relatos paralelos. Una larga y gradual confesión también por parte del algo reservado Jean-Pierre Sin Tierra (Ohneland), de su desacompasada biografía -”Für Angst bin ich sozusagen ein Spezialist…”[14], dice de sí JMP, que también habla, o piensa, de “die begrenzten Möglichkeiten des Vokabulars die unbegrenzten Wiederholungen…”[15]-. Un cuaderno de bitácora de los días de la deriva centroamericana -JPM siempre con su cámara fotográfica, absorbiendo el color local de la miseria de lo otro, que se alía alguna que otra vez con el horror. Todo espolvoreado con buena ironía -y mejor que abandonemos el proyecto de distinguir aquí entre tópico y coment(ari)o, entre Ich-Erzähler -que son dos, como mínimo- y quien se presenta como autor de la novela, etc. “’Weg-von-hier’, das ist mein Ziel”, leemos en una parábola de Kafka[16]. Podría ser el lema o divisa de esa generación, en nuestro caso representada por alguien que “wolle nichts mehr von Europa hören, das machte ihn ganz krank.[17]” JPM tiene indudable curiosidad por lo culturalmente distinto; así, visita a una hacienda que parecía un palacio encantado (y degradado), con su marquesa dentro. Y también está informado de la sangrienta historia reciente de Centroamérica, que incluye el asesinato cíclico de opositores e izquierdistas. Pero no olvida hacer llamadas a Sylvie, a París, y tiene algún que otro acceso de desesperación cuando piensa en los niños.

       Para Mathias Bröckers[18] han sido Deleuze y Guattari Fuzzy-Logiker: también es esta una novela fuzzy. Nada de caracteres enteros o nítidos, nada de sentimientos unívocos: “Mitleid, das vor Verachtung und Schadenfreude rülpste.”[19] Es dudoso hasta que la existencia anterior de JPM haya tenido suficiente solidez; también habría que mirar más de cerca su maoísmo de juventud -sabemos que había confeccionado octavillas para los obreros de las fábricas-, aunque en América se permita aludir con sarcasmo a las enseñanzas de unser Lehrer Mao in China (también con cierto orgullo residual). Euroskeptisch, europamüde, son términos que circulan mucho en la actualidad -aunque el segundo está ya en Heine-; este hombre y estas mujeres los han tomado en serio – hasta donde todavía son capaces de tomar ya algo en serio: “Du bist ein falscher Heiliger im falschen Jahrhundert, du solltest einfach aussteigen ganz hoch oben am Himmel[20], le espeta Do a JPM. La descubierta centroamericana de éste fue la despedida de un mundo para no llegar al otro: una interfase. Europeos del bienestar, llevan su Unbehagen in der Kultur a un mundo convulso que no pueden entender y donde su refinamiento recibe por respuesta, cuando hay tal, la agresión. JPM había pasado en París una época de completo bloqueo por puro miedo; ¿estaría la recuperación al otro lado del mar? Hay que prestar mucha atención al desenlace de la novela: JPM sigue escalando por la pared del cráter con riesgo de su vida; ¿es definitivamente un juguete roto -un Gottgeschädigter, como se lee-, o no, o ya no? Felizmente el final queda abierto.

ÁNGEL-REPÁRAZ Ángel Repáraz, Madrid, marzo de 2016

5 Material utilizado

Bachelard, Gaston, El agua y los sueños. México: Fondo de Cultura Económica, 1957.

Böckers, Mathias, “Und… und… und…”. En taz, 31.10.1992.

Edschmid, Ulrike, Das Verschwunden des Philipp S. Frankfurt: Suhrkamp, 2013.

Galceran Huguet, Montserrat, “El mayo del 68 francés y su repercusión en España”. En: Dossiers Feministes, 12, 2007, pp. 77/98.

Kafka, Franz, Sämtliche Erzählungen. Fráncfort: Fischer, 1979.

Stolz, Rolf, Der Gast des Gouverneurs in der Wand des Kraters. Tubinga: Ferge, 2015.

Timm, Uwe, Der Freund und der Fremde. Colonia: Kiepenheuer & Witsch, 2005.

Traven, B., Das Land des Lächelns. Zúrich: Gutenberg, 1950.

NOTAS

[1]               Stolz (2015: 220 y s.).

[2]               Stolz (2015: 9).

[3]               Stolz (2015: 64).

[4]               Stolz (2015: 180).

[5]               Stolz (2015: 7).

[6]               Stolz (2015: 105).

[7]               Galcerán Huguet (2007: 92).

[8]               Stolz (2015: 147).

[9]               Stolz (2015: 121).

[10]            Stolz (2015: 151).

[11]            Stolz (2015: 244).

[12]            Stolz (2015: 12).

[13]            Bachelard (1957: 97).

[14]            Stolz (2015: 206).

[15]            Stolz (2015: 234).

[16]            Der Aufbruch, en Kafka (1979: 321).

[17]            Stolz (2015: 14).

[18]            Böckers (1992).

[19]            Stolz (2015: 42).

[20]            Stolz (2015: 112).