HCH 12 / Septiembre 2016
Versos en blanco… besos en verso (II), por Cristina Martínez Chueca
CONFIANZAS heridas en los ríos que ocupas, siempre con agua salada,
en mi alma la pena de arrastrar tu mirada…
si las hojas se secan en los árboles verdes, no nos salvará nada,
en mis ojos los tuyos ya no cuentan palabras…
cuando el cielo se nubla no hay estrellas que valgan,
cuando se abre una pena se desnudan mis ganas,
cuando ya no te veo me asesoran fantasmas,
cuando surgen las dudas me pellizca mi alma.
Los desiertos se cubren, grano a grano en su arena, como manto en la playa,
y mis manos quemadas por un sol que no acaba…
si las horas no pesan en la piel o en los labios el reloj se retrasa
y tus manos fingiendo ser mil olas calladas…
cuando vuelvas a buscarme no fisgaré en tus miradas,
cuando me impugnen preguntas me coseré la garganta,
cuando comience algún vuelo me pienso atar a la cama,
cuando me digas “te quiero” censuraré tus palabras.
TENEMOS que tener cuidado,
porque si tú dices oro pero yo te entiendo plata,
o tú recoges las flores y yo arranco hierba mala,
o tú vas contando estrellas y yo las horas que pasan,
entonces… algo nos falla.
Tenemos que pedir permiso,
porque si pinto la puerta y tú entras por la ventana,
o yo me visto de verde y tú, sin hambre de vaca,
o yo te prometo historias y tú me las despedazas,
entonces… no apuesto nada.
Tenemos que cuidarnos mucho,
porque tú siempre a caballo, y yo con mi mula flaca,
yo dilapidando instantes y tú durmiendo en mi cama,
y el nosotros que se aleja en un mi-tú y un yo-tú que no acaba,
entonces… el viento mata.
VOLVIÓ a recoger canciones,
y las que no se sabía siempre se las inventaba,
y decidió que las cosas cuando se dicen ya pasan.
Escudriñó sus entrañas,
y lo que más le gustaba lo decoraba con ganas,
pensando que lo que no se ve nunca, nunca cuenta para nada.
Se confundió con los besos,
y guardó los más sinceros para sus viejos fantasmas,
dejando secos los labios de aquella que tanto amaba.
No reconoció siluetas,
y las promesas las hizo confundiendo la belleza,
y así perdió hasta las ganas de nadar en su riqueza.
Dejó el nido la cigüeña.
You must be logged in to post a comment.