Carpe diem de Horacio. Versión libre de Juan Guillermo Tejeda
no averigües (sería criminal hacerlo)
el final sangriento que para mí
el final atroz que para ti
han dispuesto, amigo, los dioses eternos
no trates de adivinarlo
examinando inquieto tus genes, tus disposiciones
o consultando las constelaciones babilónicas
desde la palma de tu mano
es mejor, pase lo que pase,
dejar que las cosas ocurran
si el todopoderoso te dio muchos inviernos
o este que viene es el último
en que verás brillar el sol en nuestro cielo gris cordillerano,
da lo mismo
sé sabio
paladea el vino,
y siendo brevísimo el espacio de nuestra vida
una nada entre dos infinitos
pon límite a tu esperanza
mientras estamos así
intercambiando agudezas
se nos habrá escapado envidioso el tiempo
atrapa el día
la vida es hoy, es este instante:
no confíes en lo que está por venir
Tu ne quaesieris—scire nefas—quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoë, nec Babylonios
temptaris numeros. Ut melius, quicquid erit, pati!
seu plures hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrhenum. Sapias, vina liques, et spatio brevi
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.
Horacio (65 aC – 8 dC), Carmine, Libro I, Oda XI
Juan Guillermo Tejeda, Santiago de Chile, 2014
PARA LEER EN PDF (pp. 146, 147): HCH-5-JULIO-2015
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