Buñuel: Un chien andalou (1929)

HCH-11-CAFE-DES-PHILOSOPHES-AIX HCH 11 / Julio 2016

Buñuel: Un chien andalou (1929), por Eugenio Sánchez Bravo

El fotograma más famoso de Un perro andaluz

El fotograma más famoso de Un chien andalou / © Archives du 7e Art/DR
Ficha técnica 

Director: Luis Buñuel

Guión: Luis Buñuel y Salvador Dalí

Fecha de estreno: Junio 1929 (Francia)

Intérpretes: Simone Mareuil, Pierre Batcheff

Duración: 16 min.

Nacionalidad: Francia

Blanco y negro, muda (banda sonora de Buñuel, 1960)

Biografía de Luis Buñuel (1900-1983)

Luis Buñuel nació en Calanda (Teruel) en 1900 y murió en México en 1983. Hijo de un indiano enriquecido en Cuba, tuvo la oportunidad de ingresar a los diecisiete años en la Residencia de Estudiantes donde conocería a Dalí y Lorca. En 1925 se trasladó a París donde pudo admirar el cine de Eisenstein y escribir críticas cinematográficas. Entró a formar parte del grupo surrealista liderado por Breton y Éluard. En 1929 escribe en colaboración con Dalí Un perro andaluz, que rodó con el dinero de su madre. La película tuvo un gran éxito y una familia aristocrática, los Noailles, se mostró dispuesta a financiar su siguiente película. Buñuel intentó de nuevo la colaboración con Dalí pero no fue posible repetir la simbiosis de Un perro andaluz. Buñuel se pregunta si no habrá sido por la influencia maléfica de Gala. El anticlericalismo de La edad de oro (1930) tuvo como consecuencia su prohibición hasta 1980 tanto en Francia como Estados Unidos. Durante la guerra civil española Buñuel trabaja casi de espía en la embajada de la República en París. Antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial viaja a Estados Unidos. Consigue trabajo en la Fundación Guggenheim colaborando en la producción de cine antinazi. Sin embargo, Dalí, en su libro La vida secreta de Salvador Dalí, lo acusa públicamente de ateo, algo gravísimo en Estados Unidos –peor que comunista. Al mismo tiempo, la revista Motion Pictures Herald divulgó las herejías de La Edad de oro, lo que le costó definitivamente el empleo. Viendo un futuro más próspero en México, se traslada allí definitivamente en 1947. Vuelve a hacer películas, entre las que destacan Los olvidados (1950), Él (1952) y Nazarín (1958, Palma de Oro en Cannes). En 1961 vuelve a España para rodar Viridiana. Muchos le acusan de aliarse con el régimen franquista como hizo Dalí, pero Viridiana es una bomba anticlerical y es secuestrada por el gobierno de Franco. A pesar de todo, obtiene otra Palma de Oro en Cannes. A continuación dirige El ángel exterminador (1962), Simón del desierto (1965, León de Plata en Venecia), Belle de Jour (1966), La voie lactée (1969), El discreto encanto de la burguesía (1972, Oscar a la mejor película extranjera), El fantasma de la libertad (1974), y Ese oscuro objeto del deseo (1977).

Análisis de los símbolos en Un chien andalou

Aunque Buñuel fue siempre muy hostil con aquellos que intentaban buscar significados a sus películas (llegando a afirmar en alguna entrevista que carecían de él), resulta fácil leer Un perro andaluz en clave psicoanalítica y autobiográfica. En realidad, su opinión sobre el psicoanálisis tenía que ser necesariamente pobre: Jung había dicho que Un perro andaluz era un caso claro de esquizofrenia, y el director de un conocido centro psicoanalítico en Chicago que quería dar trabajo a Buñuel se declaró horrorizado tras ver la película.

Antes de empezar, hay que saber que la relación entre Buñuel, Dalí y Lorca fue algo tormentosa. Buñuel era el heterosexual prototípico, boxeador, juerguista y sádico. Dalí fue un onanista compulsivo que padeció siempre un temor atroz hacia el sexo femenino, temor que terminaría por convertirse en pánico e impotencia. Lorca era conocido por su complicada homosexualidad. Estuvo enamorado de Dalí pero sus sentimientos provocaron en el artista catalán la reacción contraria: rencor y desprecio. Dalí y Buñuel quisieron atacar a Lorca ya en el título, Un perro andaluz, y también con la escena en que un andrógino es atropellado en la calle con gran alborozo del protagonista, que mira desde la ventana. Tras el atropello del invertido el protagonista se siente liberado y se dispone a forzar a su pareja. Naturalmente, aunque Lorca se sintió atacado por la película, Buñuel negó que hubiese referencia alguna al poeta andaluz.

A continuación, la  protagonista se defiende del deseo de su galán tomando una raqueta con forma de cruz de la pared y amenazando con golpearlo. Esta cruz simboliza obviamente la moral católica. Al protagonista le resulta imposible vencerla, pues debe cargar con todo el peso de la cultura occidental (los pianos, los curas, los burros putrefactos), que ha sido siempre enemiga del cuerpo.

Cuando consigue magrear algo a su pareja cae enfermo, pues la educación ha convertido al deseo sexual en un veneno para nuestra conciencia. Comienza entonces una representación del conflicto edípico. La figura del padre está simbolizada por el sujeto que sólo se ve de espaldas, lleva traje y sombrero, y que lo castiga cara a la pared. Resulta curioso que cuando llega a la casa y toca el timbre aparecen los brazos de un camarero agitando una coctelera. Un toque de humor genuinamente surrealista y un elogio de los bares y el alcohol que Buñuel amaba. El protagonista supera el Edipo cuando consigue transformar los libros en pistolas y liquidar definitivamente a su padre. A partir de ahí es libre de nuevo para satisfacer sus deseos y acosar a la amada. Las hormigas en la palma de la mano son idea de Dalí. Simbolizan el deseo sexual.

La última oportunidad para consumar su amor se representa mediante un curioso juego de imágenes. Mientras ella mira a su galán, él pierde su boca (al estilo de Matrix), ella se pinta los labios y a él le crece vello púbico en el rostro que toma el aspecto de un genital femenino. Esta clara propuesta de sexo oral, anticatólica por no ser práctica reproductora, es rechazada por la protagonista que saca la lengua y huye. Mientras cierra la puerta atrapa la mano llena de hormigas del galán.

Finalmente, ella logra escapar y aparece repentinamente en una playa donde encuentra a un apuesto bañista, que en lugar de enseñarle hormigas en el hueco de la mano le enseña un reloj. Podemos relacionar la sensación de hormigueo con el deseo sexual y la mano con el instrumento de la masturbación. Además, era común de la época la advertencia de que si te masturbabas demasiado te crecerían pelos en la palma de las manos. Un bañista con reloj y sin hormigas representa poca pasión, trabajo fijo, sueldo interesante, vacaciones de verano; en fin, un buen partido. Ella olvida pronto a su verdadero amor y, como todas las mujeres, elige antes la seguridad económica que la pasión. Este episodio, además de tener un cierto aire misógino, puede leerse como una crítica de Buñuel al matrimonio burgués, institución enemiga del amor. Pueden comprobarse sus consecuencias en el plano final de la película. La escena final está inspirada en el Ángelus de Millet. Dalí interpretaba esta obra de Millet de un modo curioso: “[en mi juventud] viví bajo el terror del acto del amor, al que confería caracteres de animalidad, de violencia y de ferocidad extremas. Siempre he pensado que el destino del macho de la Mantis ilustraba mi propio caso frente al amor”. (Román Gubern: Proyector de luna, p. 412)

Otras curiosidades

Dalí y Buñuel crean esta obra maestra del surrealismo a partir de dos sueños: el primero, de Buñuel: la escena del ojo y la hoja de afeitar; el segundo, de Dalí: las hormigas que surgen del hueco de la mano. A partir de ambos se relatan, de un modo alegórico, los altibajos en la historia de amor de una joven pareja.

Luis Buñuel habla de su colaboración con Dalí en Un chien andalou. Documental Salvador Dalí (1986), de Adam Low.

El corte en el ojo no se le hizo a la actriz sino al ojo de una vaca.
Cuando el protagonista intenta acercarse a “su chica” y tiene que arrastrar dos pianos, un burro podrido y dos curas, podemos ver que uno de ellos es Dalí.
El burro podrido que aparece encima del piano es, al mismo tiempo, una imagen obsesiva de la infancia de Buñuel y una crítica a la cursilería del Platero de Juan Ramón.
Aunque la película es muda, tiene banda sonora. Esta le fue añadida en 1960 por el propio Buñuel. Se compone de un tango y fragmentos de la ópera de Wagner Tristán e Isolda.
Cuando Jung vio la película diagnosticó sin vacilar un caso de dementia praecox.
Al estreno de Un perro andaluz, avalado por el grupo surrealista de París (Breton, Eluard, Tzara, Char, Magritte, Arp…), acudió la flor y nata de la sociedad parisiense y artistas célebres como Cocteau o Picasso. Buñuel se colocó detrás de la pantalla con el gramófono y piedras en los bolsillos por si la película era un fracaso. Al final hubo grandes aplausos y Buñuel se deshizo de los proyectiles tirándolos al suelo.
Breton afirmó que el gesto surrealista más simple consiste en salir a la calle revólver en mano y disparar al azar contra la gente. Buñuel también escribió que Un perro andaluz no era sino un llamamiento al asesinato.

Bibliografía recomendada

  1. Barbachano, C.: Luis Buñuel. Madrid: Alianza, 2000.
  2. Buñuel, L.: Mi último suspiro. Ana María de la Fuente (tr.) Barcelona: De bolsillo, 2008.
  3. Gubern, R.: Proyector de luna. La generación del 27 y el cine. Barcelona: Anagrama, 1999.
  4. Sánchez Vidal, A.: Luis Buñuel. Madrid: Cátedra, 1991.
  5. Talens, Jenaro: El ojo tachado. Madrid: Cátedra, 2010.

Trailer de Un chien andalou

eugenio sanchez bravo Eugenio Sánchez Bravo, Plasencia, 3 de noviembre de 2008

Publicado en Aula de Filosofía el 3 de noviembre de 2008

 

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