Aunque Dios no exista, no todo está permitido

10 HCH 1 / Noviembre 2014

Aunque Dios no exista, no todo está permitido, por Antonia Tejeda Barros

¿Quién dijo que si Dios no existe todo está permitido? Dostoyevski no, desde luego. No afirmativamente, en todo caso. La famosa “cita” de Dostoyevski: “Si Dios no existe, todo está permitido” (que aparece en tantísimos lugares) no fue escrita así por Dostoyevski. La cita original es mucho más larga y no afirma nada, sino que pregunta y duda. Se halla en Los hermanos Karamazov[1], una de mis novelas preferidas de Dostoyevski. Mitia Karamazov le cuenta a Aliosha que le ha preguntado a Rakitin: “¿qué será del hombre, después, sin Dios y sin vida futura? ¿Así, ahora todo está permitido, es posible hacer lo que uno quiera?[2]

Los hermanos Karamazov es la última novela de Dostoyevski. Fue publicada en 1880, tres meses antes de la muerte de Dostoyevski. Dostoyevski nombró al héroe de la novela Aliosha, en memoria a su hijo Alexei, el cual había muerto de epilepsia a los 3 años, en 1878. Dostoyevski escribió que la historia se dividía en dos novelas, y que la segunda novela (que debía situarse 13 años después de los acontecimientos de la primera) era la más importante de las dos. Dostoyesvki, debido a su muerte y para desgracia de la humanidad, nunca llegó a escribir la segunda novela, continuación de Los hermanos Karamazov.

Para el genial Sartre, 100 % ateo, no es que todo esté permitido, sino que todo es posible. Esta absoluta libertad es la que sume al hombre en la más profunda angustia. El hombre es un ser existencial: existe primero y se define después. Su vida es el conjunto de sus actos. La famosa frase de Sartre “l’existence précède l’essence” fue pronunciada el 29 de octubre de 1945 en la conferencia L’existentialisme est un humanisme. Que la existencia preceda a la esencia significa que el hombre no tiene una naturaleza que lo determine. Según Sartre, si el hombre tuviera una esencia, al igual que las cosas fabricadas por el hombre, estaría diseñado “para algo”: su vida tendría un fin determinado, y la libertad no existiría. Los monoteísmos y la filosofía de Descartes ¿no conciben al hombre como un producto fabricado por Dios? Para Sartre no es coherente ser existencialista y creer en un Dios artesano: “L’existentialisme athée, que je représente, et plus cohérent (…) Il n’y a pas de nature humaine, puisqu’i n’y a pas de Dieu pour la concevoir”[3]El ser humano no está fabricado, programado ni determinado. El hombre existe antes de poder definirse: “L’homme existe d’abord, se rencontre, surgit dans le monde, et … il se définit après[4]. El hombre, al nacer, no es nada, puesto que no está definido. Siguiendo a Ferry[5], la primera gran consecuencia de la frase “l’existence précède l’essence” es que el existencialismo es una filosofía de la libertad radical. Lo que define al hombre es su libertad. El hombre posee una libertad infinita, y es esta libertad la que eleva a cada hombre: “Un homme ne peut être plus homme que les autres, parce que la liberté est semblablement infinie en chacun[6]. El hombre, como ser libre que es, debe inventarse su vida, su destino y sus valores. Él, y sólo él (no Dios) es dueño de su vida y de su moral. Somos, pues, completamente libres; de lo único que no somos libres es de ser libres, y lo único que no podemos escoger es no escoger. El hombre está condenado a ser libre y está condenado a escoger continuamente. El hombre es libertad y no puede renunciar a su libertad; de ahí la famosa y explosiva frase de Sartre “l’homme est condamné à être libre[7], base de la moral sartreana[8]. Once años antes que Sartre[9], Ortega también había pronunciado, aunque tímidamente, la frase “estar condenado … a ser libre”: “Esta forzosidad de tener que elegir y, por tanto, estar condenado, quiera o no, a ser libre … proviene de que la circunstancia … nos invita a diferentes posibilidades de hacer, de ser”[10].

Somos, pues, pura libertad. Sartre escribe: “l’homme est libre, l’homme est liberté”[11]. La esencia del hombre sería su falta de esencia, y la naturaleza del hombre sería su falta de naturaleza. La esencia del hombre está continuamente haciéndose, y sólo aparece al final de su vida. En Ortega, el hombre también moldea su propio ser, su propia vida: “El hombre, quiera o no, tiene que hacerse a sí mismo, autofabricarse”[12]. Esta libertad absoluta, sin Dios, sin dictados, sin libros, produce una angustia terrible, puesto que somos libres de hacer lo que sea; todo es, pues, posible, pero, contestando a Mitia Karamazov, no todo está permitido.

La moral (que defiende la libertad y la dignidad humanas, sin dioses, sin libros, sin hadas ni unicornios) nos guía en nuestra angustiosa libertad. Erróneamente se les ha reprochado al existencialismo y al ateísmo el ser amorales. En el existencialismo sartreano y en el ateísmo existe una responsabilidad enorme (con uno mismo y con los demás hombres), puesto que con cada elección que hacemos escogemos y reivindicamos ciertos valores: “je suis responsable pour moi-même et pour tous, et je crée une certaine image de l’homme que je choisis; en me choisissant, je choisis l’homme[13]. El ateo debe fabricarse su propia moral, una moral basada en el hombre y para el hombre. Sartre considera que es muy molesto que Dios no exista, puesto que el hombre debe construir una moral, inventársela. También dice que, aunque Dios existiera, tampoco cambiaría nada, puesto que el hombre se encontraría de todas maneras obligado a elegir cada día de su vida.

La libertad es, pues, el principio fundamental de la existencia humana: “la liberté est existence”[14], escribe Sartre. Ser, para el hombre, es existir, y la existencia del hombre es libertad. El hombre no puede escoger no ser libre. El hombre es necesariamente libre. El hombre es libertad. El hombre, tal y como dijo Sartre, no es lo que puede, sino lo que quiere. Quien dice “no puedo hacer esto” debería decir “elijo no hacer esto”. El hombre se halla solo, sin excusas: “nous n’avons ni derrière nous, ni devant nous … des justifications ou des excuses. Nous sommes seuls, sans excuses”[15]. Sartre llama a estas excusas que damos y que nos damos continuamente mauvaise fois. El deseo y las decisiones que tomamos cada día sólo son válidos a través de la acción, puesto que el hombre es el resultado de sus acciones. En realidad sólo existe el amor y la amistad que se manifiestan, el genio que se refleja en las obras de arte … fuera de lo producido, fuera de los actos, no hay nada, sólo excusas, sueños no realizados o esperanzas truncadas que no valen absolutamente nada: “Un homme s’engage dans sa vie, dessine sa figure, et en dehors de cette figure il n’y a rien”[16]. El hombre no es otra cosa que el resultado de sus actos. El hombre es lo que hace de sí mismo.

Para Sartre, la mauvaise foi es la excusa, el actuar como si poseyéramos una naturaleza predeterminada, como si nuestra esencia precediera a nuestra existencia y no fuésemos libres ni responsables de nuestros propios actos. Ortega no habla de una mala fe, pero sí que habla de la “preocupación de despreocuparse” que tiene la mayoría. Este despreocuparse significa no decidir, excusarse, perder la libertad y la individualidad, seguir a la masa y fundirse con la masa. Despreocuparse de la propia vida es dejarla “flotar a la deriva”[17]. Los hombres y las mujeres mediocres dejan que “las costumbres, los prejuicios, los usos, los tópicos se instalen en su interior, los hagan vivir a ellos y tomen sobre sí la tarea de hacerlos vivir”[18]. Esta despreocupación es, en verdad, un terror por la libertad y la responsabilidad, una excusa para no ejercer la libertad: “Bajo la aparente indiferencia de la despreocupación late siempre un secreto pavor de tener que resolver por sí mismo … los actos, las acciones, las emociones -un humilde afán de ser como los demás, de renunciar a la responsabilidad ante el propio destino, disolviéndolo entre la multitud; es el ideal eterno del débil: hacer lo que hace todo el mundo”[19]. La masa, según Ortega, es despreocupada: no se angustia (porque no siente la responsabilidad de la libertad individual) y es feliz. El hombre-masa no se exige nada y se contenta con lo que es, pero, en el fondo, no se valora a sí mismo.

Según Sartre, con cada elección libre que el ser humano hace modifica de alguna manera el mundo. Esta concepción de la libertad y su relación con la situation, con el mundo, dan al hombre una responsabilidad total. La situation, el mundo, nos da diferentes posibilidades. Escogiendo, por ejemplo, la solidaridad, yo afirmo el valor universal de la solidaridad. L’engagement es, pues, una obligación moral: “Choisir d’être ceci ou cela, c’est affirmer en même temps la valeur de ce que nous choisissons (…) notre responsabilité est beaucoup plus grande que nous pourrions le penser, car elle engage l’humanité entière”[20]. El hombre está condenado a inventar al hombre: “l’homme, sans aucun appui et sans aucun secours, est condamné à chaque instant à inventer l’homme[21]

Contestando a Mitia Karamazov, yo digo: aunque Dios no exista, no todo está permitido. Dios no es en absoluto necesario para que exista una moral. La moral debe atañer al hombre y sólo al hombre (no a ningún dios) y debe basarse en los derechos humanos, en la libertad, el respeto y la dignidad. Como muy bien apunta Savater: “A quienes no creemos nos es muy fácil explicar en qué creemos. Lo que me resulta misterioso es saber en qué creen los que creen y, sinceramente, por más que los he escuchado nunca he entendido a qué se refieren … los no creyentes creemos en … el valor de la vida, de la libertad y de la dignidad”[22]. La ética, pues, “nada tiene que ver con los castigos, ni con los premios repartidos por una autoridad … humana o divina”[23]. A la ética y a la moral el hombre les basta. El que necesita obedecer los dictados de un dios o un libro para ser bueno ¿no posee una bondad mediocre? El bien se hace por el hombre real, no por seres imaginarios. Somos totalmente libres y totalmente responsables de nuestros actos, sin dioses ni premios y castigos futuros.

El hombre, pues, sin Dios ni vida futura puede y debe respetar al hombre, por amor al hombre (¿no es acaso el hombre suficiente?), y debe intentar, en la medida de lo posible y sin hacerle daño a nadie, disfrutar de esta vida, acorde al sentido que quiera darle: para unos el sentido de la vida es el amor, para otros, el dinero; para unos, viajar físicamente por el mundo, para otros, viajar virtualmente en un iphone; para unos, el arte, para otros, el fútbol … ¿Está todo permitido, sin Dios ni vida futura? No, no está todo permitido. El ser humano es una meta, un fin, nunca un medio para conseguir algo. Las guerras y los –ismos políticos (también las religiones monoteístas y los fanatismos religiosos) utilizan al ser humano como medio para llegar a una meta que consideran más elevada que el ser humano: la dictadura del proletariado, la pureza de la raza aria, la figura de un dictador terrible y sanguinario o un dios castigador y cruel. Pero no hay nada que supere al ser humano, no hay nada que supere a un bebé, a un niño, a un hombre o a una mujer. No hay –ismo ideológico ni religión que se justifique cuando se violan los derechos humanos y se les niega el respeto a algunos, porque más allá de los derechos humanos y más allá del hombre (sea heterosexual, homosexual, creyente, ateo o agnóstico) no hay nada. No hay ideologías ni dioses ni religiones que valgan más que la vida de nadie. Por tanto, no todo está permitido.

Y aunque estemos arrojados a un mundo sin dioses, la moral existe, puesto que la moral la hacemos los hombres y las mujeres. La responsabilidad de escoger a todo momento no deja de ser angustiante, pero así es la libertad. Recuerdo a una profesora excelente de Historia que tuve en el Instituto, hace como 1.000 años, que un día nos dijo: “En la Revolución Francesa, las gentes se encontraron de repente libres, arrojados a su propia libertad y a su inevitable responsabilidad, y empezaron a gritar, desesperados: ‘¡Vivan las cadenas!’, porque no sabían qué hacer con su libertad”. No sé si la historia es cierta, pero en su momento me impactó mucho y no la he olvidado. Una vida sin Dios ni vida futura, como dice Mitia, es un grito a la libertad, y la libertad, como muy bien dijo Sartre, genera angustia. La libertad total conlleva una responsabilidad total. Decidir a cada instante es muy difícil. Pero nadie dijo que vivir fuera fácil.

yael-antonia-1-B-N Antonia Tejeda Barros, Aix-en-Provence, 17 de julio de 2014

Publicado en el Blog de Antonia Tejeda el 17 de julio de 2014

Bibliografía

Descartes, René, Discours de la méthode, Éditions Agora, 2007, Paris, pp. 6 – 344

Dostoyevski, Fiodor, Los hermanos Karamazov (Traducción de Augusto Vidal), Ediciones Cátedra, Madrid, 2001, pp. 9 – 1117

Ferry, Luc, Sartre et l’existentialisme. Penser la liberté, Flammarion, Paris, 2013, pp. 7 – 89

Ortega y Gasset, José, El hombre y la gente, Revista de Occidente, Alianza Editorial, Madrid, 2013 (1957), pp.7 – 287

Ortega y Gasset, José, La rebelión de las masas, Austral (Espasa Calpe), Madrid, 2007 (1930), pp. 9 – 323

Ortega y Gasset, José, Meditación de la técnica y otros ensayos, Revista de Occidente, Madrid, 1977 (1939), pp. 9 – 198

Ortega y Gasset, José, ¿Qué es filosofía?, Austral (Espasa Calpe), Madrid, 2007 (1973) pp. 11 – 284

Sartre, Jean-Paul, L’être et le néant. Essai d’ontologie phénoménologique, Gallimard, France, 2010 (1943), pp. 11 – 676

Sartre, Jean-Paul, L’existentialisme est un humanisme, Gallimard, France, 2003 (1945), pp. 9 – 109

Savater, Fernando, Los diez mandamientos del siglo XXI, Debolsillo, Madrid, 2004

NOTAS

[1] 4ª parte, libro 11, capítulo 4

[2] Dostoyevski, Los hermanos Karamazov, p. 861

[3] Sartre, L’existentialisme est un humanisme, p. 29

[4] Sartre, L’existentialisme est un humanisme, p. 29

[5] Ferry, Sartre et l’existentialisme. Penser la liberté

[6] Sartre, La liberté cartesiénne en el Dossier de la edición de Discours de la méthode, p. 234

[7] Sartre, L’existentialisme est un humanisme, p. 39

[8] En Cahiers pour une morale, Sartre escribe: “Ce que signifie: “Nous sommes condamnés à être libres.” On ne l’a jamais bien compris. C’est pourtant la base de ma morale”, p. 447

[9] En 1934, en la conferencia El hombre y la gente (el libro se publicaría sólo póstumamente, en 1957)

[10] Ortega, El hombre y la gente, p. 51

[11] Sartre, L’existentialisme est un humanisme, p. 39

[12] Ortega, Meditación de la técnica, p. 62

[13] Sartre, L’existentialisme est un humanisme, p. 33

[14] Sartre, L’être et le néant, p. 613

[15] Sartre, L’existentialisme est un humanisme, p. 39

[16] Ibid., p. 53

[17] Ortega, ¿Qué es filosofía?, p. 235

[18] Ibid.

[19] Ibid., p. 236

[20] Sartre, L’existentialisme est un humanisme, p. 32

[21] Ibid., p. 40

[22] Savater, Los 10 mandamientos en el siglo XXI, pp. 18, 19

[23] Ibid.