Demagogia, mentiras y programas televisivos

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Demagogia, mentiras y programas televisivos, por David Cerdá

En las diferentes tertulias televisivas en las que la formación política PODEMOS debate, a falta de presencia parlamentaria, con quienes parece serán sus rivales en las próximas elecciones generales, se ve expuesta a constantes acusaciones de connivencia con “aquellos que denigran a las mujeres y cuelgan a los homosexuales”. El hecho de que el programa de Pablo Iglesias, líder de Podemos, se vea en el ayatolato iraní, ha sido esgrimido por PSOE y PP como prueba fehaciente de los presuntos valores homófobos y machistas de esta formación, la cual, a falta de casos de corrupción propiamente dicha en su debe, ha debido escuchar que es culpable de corrupción intelectual por dicho motivo. En esta sección queremos preguntarnos si el reproche es justo y razonable.

El entramado de relaciones comerciales en los que un profesional puede verse inmiscuido es fácilmente confundible con los presupuestos ideológicos de quienes presentan programas televisivos o firman crónicas periodísticas, por ejemplo. Sobre esto puede adoptarse una ética de máximos, que fácilmente pondrá en situación de inmoralidad a la mayoría de los que firman artículos de opinión escritos o hablados, o una de mínimos, en las que, como ocurre en algunas películas norteamericanas, se admite que hay que distinguir los compromisos comerciales de un medio del mensaje de quien hace correr su voz en él. Este primer punto invita a la cautela a la hora de acusar a PODEMOS de según qué cosas.

Ocurre además que PODEMOS no es quien emite motu proprio en Irán, sino que el programa es vendido a una productora que después lo coloca donde quiere o donde puede. Ese es un hecho de mercado que, aunque a muchos no nos guste, no representa convalidación alguna de las tesis homófobas y machistas del país receptor, que a fin de cuentas, está dispuesto a escuchar a un tipo que probablemente dirá cosas que no serán de su agrado (y es seguro que eso pondrá en peligro futuras ediciones del programa). A fin de cuentas, no se trata de un país al que esté vetado vender nada, desde programas de televisión a melocotones. ¿Culparíamos a los agricultores exportadores españoles de connivencia con dichos valores? Cuesta pensar que algunos de los que afean lo antes dicho a PODEMOS fuesen a protestar por la exportación de otros productos españoles a zonas donde la libertad escasea y las minorías son denigradas y perseguidas.

Huelga decir que el concepto, de extenderse de este modo, deja en lugar precario a todos los militantes de PP y PSOE que sean simpatizantes de Real Madrid y Barcelona, cosa que debe ocurrir en una proporción considerable. Y ello porque uno y otro lucen en sus camisetas publicidad de Emiratos Árabes y Qatar, respectivamente, países donde la Sharia se cumple con la misma crueldad y ultranza que en Irán. Puede afirmarse incluso que las mujeres gozan de unos derechos y una participación política muy superior a la de saudís y catarís. Este tipo de argumento sesgado y de máximos tampoco deja en buen lugar al muy moderno y londinense y éticamente indiscutido club inglés del Arsenal, cuyo estadio ha pasado a llamarse Emirates Stadium.

Hay que tener mucho cuidado con las acusaciones vertidas, que fácilmente se pueden volver en contra propia. Es por ello que Confucio advertía, a quienes señalasen con el dedo, que cuatro dedos de la misma mano les apuntaban a ellos mismos. Las acusaciones de PP y PSOE, seguidas de un silencio respecto a las prácticas publicitarias de los dos clubes más ricos de nuestro país, o por ejemplo, sobre las exportaciones de la industria armamentística española, solo por mencionar el caso más sangrante, delatan que no hay en sus puyas ánimo ético real de distinguir, sino un trivial intento de desestabilizar a quienes, al contrario que ellos, por falta de oportunidad o por principios (eso ya se verá), no tienen corruptos entre sus filas a los que disparar. Por lo demás, asimilar corrupción “intelectual” a corrupción “a secas”, resulta infantil, un truco retórico bastante viejo que consiste en tratar de despistar llevando el foco de la conversación hacia otro lado.

david-cerda-y-daniel David Cerdá, Sevilla, 4 de diciembre de 2014

PARA LEER EN PDF (pp. 33, 34): HCH-2-REVISTA-ENERO-2015