Viena y el Holocausto

10 HCH 1 / Noviembre 2014

Viena y el Holocausto, por Antonia Tejeda Barros

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(Stolpersteine: de Theresienstadt a Auschwitz / Foto de Antonia Tejeda Barros, Viena, 2013)

Por las calles de Viena pueden verse, de vez en cuando, unas plaquitas doradas llamadas stolpersteine que recuerdan, tímidamente, las deportaciones y masacres de judíos durante los años 1938-1945. Las plaquitas se hallan en el suelo, cerca de la última vivienda de los deportados. En las plaquitas se lee el nombre y apellido de la víctima, la fecha de nacimiento, la fecha de deportación y la fecha de muerte (si se conoce). Al lado de las fechas de deportación y muerte puede leerse el nombre del gueto o campo de concentración o exterminio: Riga, Lodz, Theresienstadt, Dachau, Auschwitz … En Austria, oficialmente, fueron deportados y masacrados 65.000 judíos. La mayoría no tiene plaquita dorada. Las stolpersteine son una creación de Gunter Demnig. Hasta hoy se han esculpido y colocado alrededor de 43.500 stolpersteine en 1.000 pueblos y ciudades de Alemania, Austria, Holanda, Bélgica, Francia, Italia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Polonia, Rusia, Eslovenia, Ucranía, Croacia, Noruega, Suiza y Luxemburgo. Las stolpersteine conmemoran todas las víctimas del Holocausto, no sólo las judías. 43.500 stolpersteine por 11 millones de víctimas es deprimente… Las stolpersteine cuestan 120 € y los gobiernos de Alemania y Austria no las pagan.

Austria es un país donde apenas se habla del Holocausto. Los tímidos gestos de Austria por recordar la barbarie son vergonzosos comparados con la magnitud de la tragedia, el horror y la culpa. Austria parece hoy adoptar una postura de víctima frente al nazismo: la pobre Austria, que tan eufóricamente acogió a los nazis en 1938, hoy recuerda haber sido “invadida” por los nazis. La Anschluss no fue recibida como una ocupación, sino como una liberación. Austria no parece mostrar ninguna responsabilidad por el entusiasmo y la predisposición a “limpiar” el país de judíos y otros indeseables del Reich, y hoy en día los dos partidos de ultraderecha e ideología que puede calificarse de neonazi -aunque hoy el blanco no son los judíos, sino los turcos y otras minorías, y, por supuesto, el Islam- cuentan con 962.313 + 165.746 = 1.128.059 de seguidores. El FPÖ (Freiheitliche Partei Österreichs) obtuvo el 20.5 % de los votos en el Parlamento de Austria (40 escaños de un total de 183) en el 2013 y el 12.7 % de los votos en el Parlamento Europeo (2 escaños de 766), y el BZÖ (Bündnis Zukunft Österreich) no obtuvo ningún escaño en el Parlamento de Austria en las elecciones del 2013 pero sí el 4.6 % de los votos en el Parlamento Europeo (1 escaño de 766) en el 2009. Strache, el payaso racista ex-dentista que lidera el FPÖ, usó las siguientes frases para su campaña de 2010 para alcalde de Viena (campaña que logró convencer nada menos que al 26 % de los votantes): “Zu viel Fremdes tut niemandem gut” (“Demasiado extranjero no es bueno”); “Mehr Mut für unser Wiener Blut” (“Más fuerza para nuestra sangre vienesa”). Un tono históricamente familiar…

Israel celebra cada año el Día del Holocausto -השואה יום- (en el mes de Nisán: marzo-abril -este año fue el 27 de abril-). Se toca una sirena a las 10.00 h y todo el país se paraliza durante 2 minutos, guardando silencio por las víctimas (judías) del Holocausto. En Austria no hay sirenas, ni silencio. En Alemania, tampoco. ¿Cómo es posible que el hombre no aprenda de la barbarie? La ONU creó en el 2005 el International Holocaust Remembrance Day, que se celebra en EEUU, Gran Bretaña, Italia e Isarel (y tímidamente en algún otro país), el 27 de enero (día de la liberación de Auschwitz, en 1945).

Como muy bien apuntan Hannah Arendt (Eichmann in Jerusalem: a Report on the Banality of Evil, 1963) y Daniel Goldhagen (Hitler’s willing executioners, 1996), a partir de 1938 el “trabajo de convencimiento” por parte del partido nazi (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, NSDAP) no fue necesario en Austria. El antisemitismo estaba tan arraigado en Austria que la gente común se voluntariaba encantada para cazar y fusilar judíos en los pueblos y ciudades austríacos, quemar sinagogas (con hombres, mujeres, niños y bebés judíos dentro), humillar, golpear y masacrar. En el antisemitismo de los años 30 se juntaban dos ideas: el antisemitismo antiguo, de origen religioso (odio a los judíos por haber crucificado a Jesús) y el antisemitismo nuevo, de origen racial (odio a los judíos por ocupar el 50 % de los puestos de trabajo). Como las religiones monoteístas siempre han brillado por sus separatismos, exclusiones, poder y ansia de castigo, y el racismo (una de las posturas más mezquinas y estúpidas del ser humano) es fuerte en la masa, este antisemitismo que nació del odio religioso y racial se presentó como un arma fuerte, arrasadora y eficaz.

Aquí en Austria (y en Alemania), la gente de mi generación que aún tiene abuelos acarrea un pasado familiar sangriento. Han pasado tan sólo 72 años desde la Solución Final. En 1942, muchos de los SA (Sturmabteilung), SS (Schutzstaffel) y Einsatzgruppen eran austríacos, funcionaban de maravilla en Austria y apenas tenían 20 años. La gran mayoría de los viejitos y viejitas de 92 años para delante (pocos quedan, pero aún hay) que se ven hoy pasear por las calles de Viena o comiendo un Sacher-Torte mit Schlag denunció, humilló, fusiló y/o gaseó a judíos voluntaria y convencidamente. Arendt describe genialmente la terrible tarea que se impuso el pueblo alemán y austríaco de tener que masacrar a los judíos. Gracias al antisemitismo, el alemán y el austríaco común realmente creyó que matar a los judíos era una cuestión de sobrevivencia. Así, se llegó a masacrar y gasear a 6 millones de hombres, mujeres y niños judíos (entre ellos, a 1.500.000 niños, niñas y bebés). El horror no separaba: se masacraron y gasearon desde bebés hasta ancianos. Cuatro de las cinco hermanas de Freud, ya muy mayores, fueron deportadas desde Viena a campos de exterminio y concentración y nunca regresaron: Pauline, Maria y Regina Freud fueron deportadas en 1942 (a la edad de 78, 81 y 82 años, respectivamente) a Treblinka (campo de exterminio situado en Polonia que logró eficazmente gasear a más de 1 millón de personas); Esther Freud fue deportada en 1943 (a la edad de 81 años) a Theresienstadt (campo de concentración y gueto situado en la actual República Checa, donde se deportaba a judíos intelectuales, artistas, músicos y científicos, y prisioneros políticos, donde supuestamente los prisioneros tenían un trato “mejor” que en los demás campos; los nazis usaron Theresienstadt como propaganda, pero básicamente era un campo que hacía de puente hacia los campos de exterminio de Treblinka y Auschwitz; por Theresienstadt pasaron más de 150.000 personas (entre ellos cerca de 15.000 niños): 33.000 murieron en Theresienstadt y más de 88.000 fueron deportados a otros campos y gaseados en Treblinka y Auschwitz; hubo 17.247 sobrevivientes en Theresienstadt, de los cuales 1.566 fueron niños). Que yo sepa, ninguna de las hermanas de Freud tiene stolperstein.

Hoy, las stolpersteine lucen en Viena por su insignificativo número, pero no dejan de impresionar. Los que no olvidamos el horror las fotografiamos con tristeza, impotencia y una merecida rabia por las injusticias y atrocidades de la historia.

yael-antonia-1-B-N Antonia Tejeda Barros, Viena, 27 de abril de 2014 & Madrid, 16 de octubre 2014

Publicado en el Blog de Antonia Tejeda el 27 de abril de 2014

Para saber más sobre las stolpersteine: www.stolpersteine.eu

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(Stolpersteine: de Lodz a Auschwitz / Foto de Antonia Tejeda Barros, Viena, 2013)

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