Cinco poemas, por Cristina Martínez Chueca
CANJEÓ LOS BILLETES de su última suerte
como un loco homicida,
como tinta que firma las sentencias de muerte
fue rodando la vida,
… los caballos de Atila nunca pasan dos veces por la misma villa…
… mapas grises se rompen justo en aquella esquina… la esquina de Elisa…
… hoy Elisa recoge las sentencias, las muertes y olvidadas heridas,
hoy escupe con su mejor odio sobre algún caballo…
… sobre algún caballo de Atila…
Recordó antes de irse las sonrisas de Elisa
como bella reliquia,
como actor que se pierde en el autor que lo olvida
fue saltando la vida,
… los caballos de Atila pisan igual seca hierba que unos cactus o lilas…
… sopas calientes se enfrían esperando que vuelva la sonrisa de Elisa…
… hoy Elisa calienta sus manos entre sopas frías…
calienta sus manos entre sopas frías que todos olvidan,
calienta la sopa con sus manos frías… calienta la vida.
SIEMPRE que han temblado mis manos
con dulzura te recuerdo cogiéndomelas
(… tan dulcemente… tus dulces manos),
me acariciabas los dedos, la cabeza,
y me hacías cosquillitas en la espalda,
… como cuando yo era más pequeña y tú más joven
(antes y después, siempre tú… y tú tan bella).
Me has limpiado los peores efluvios capaces de salir de un cuerpo,
has volcado más vida de la que tenías… y todavía te queda,
y cuando quiero avisarte que pares, que ya respiro,
no te detienes y eres capaz de guardar más y más,
y lo guardas cuidadosamente en el armario:
a la derecha, por si tengo frío, están los abrigos,
y más a la izquierda, por si no respiro, guardas aire fresco,
está en una pequeña bolsa blanca,
atada con un nudo blanco,
el aire que me has guardado por si no respiro,
…. un aire que huele a fresco
… que huele a monte, a café y cariño.
A tanto cariño que huele,
y huele a verdad y a fiesta,
a riego y cultivo,
coches y berbenas.
¡Cómo no amar a quien te da aire fresco
cuando te hace falta!
¡Cómo olvidar a quien hizo posible
tu primer aliento!
TE PROMETO el amor que te tengo,
que quise prometerte más
pero es tontería, no puedo,
y quise prometer menos
pero no quiso mi cuerpo.
Te confieso el amor que te siento,
que las palabras no dichas
me pesan más que el cemento,
buscaré el mejor lugar
y hallaré el mejor momento.
Te dedico el amor que más pierdo,
que no pudo sangre caliente
dormir en cama de hielo,
mejor no fundir la nieve…
y proteger bien el fuego.
TE QUISO TANTO que al no tenerte, se volvió loco.
Se rompió el equilibrio que había
ensamblándose polos opuestos,
y entre el loco y el cuerdo perdíais
los muy ya diluidos extremos,
¿Cómo buscando al hombre más malo del mundo
encontraste al loco del mundo más bueno?
Te quiso tanto que antes de tenerte, así para practicar, ya estaba loco.
Sus palabras tan claro te hablaban
que muy pronto se pasó a los besos,
mordiscos, salivas, caricias…
abrazos del hombre… y del loco el resto,
¿Cómo amando al hombre más malo del mundo,
despiertas junto al loco del mundo más bueno?
Te quiso tanto que al estar contigo, de felicidad se volvió loco
Si sólo hubiera charcos en el mundo
habría muchas más ranas,
pero antes de la charca… un río…
después del río la playa
¿Cómo habiendo tanta opción entre el puro blanco y negro
pareces caer de bruces siempre en extremo o extremo?
Es todo tanto, que en un entretanto, para evitar la locura lo voy olvidando…
CONTÉ HASTA TRES… un dulce…
hasta diez… un beso…
hasta cien… un aviso…
hasta mil… un hasta siempre…
hasta dos mil… un hasta luego…
hasta tres mil… hasta nunca…
… y se hace la pausa del sueño…
Al despertar comenzamos:
conté hasta tres… un dulce…
hasta diez…
… sólo una cosa podrá terminar esta esperpéntica inercia: dejar de contar.
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